La danza de las Peonias por Lioba Diez

La gente ve la danza como un producto final, concebido para representarse en un teatro, pero detrás de esa representación escénica hay un largo proceso de trabajo interno, desde la semilla coreográfica hasta el vestuario que se lucirá, pasando por semanas y meses de ensayo para perfeccionar cada uno de sus detalles.

Desde la germinación hasta la polinización, danza y flor comparten su proceso creacional. 

 

Peonias
Recuerdo que cuando estudiaba mi Maestra comparaba el cuerpo con distintos elementos naturales, uno de ellos era el tallo: "tu tronco debe ser como un tallo, elástico y adaptable, pero nunca rígido" decía, a menudo me descubrí a mi misma en el escenario repitiendo esa coreografía mientras me imaginaba ser ese tallo...y funcionaba. Tiempo mas tarde, cuando empecé a impartir clase a los primeros grados hice lo propio con el movimiento de los brazos e invitaba a los niños a imaginar sus delicados brazos como los pétalos de una flor, "que se abren y se cierran, acompañando siempre el movimiento". 

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Y es que cuando pensamos en sutileza, armonía y belleza...¿no es la flor todo ello junto?

Cuando ensayas lo haces frente al espejo, ves tu cuerpo y lo corriges, pero en un escenario no hay espejo, sólo tú y tu cuerpo, y es entonces cuando tu mente ha de proyectar la imagen de esa flor, de ese tallo, que se prolonga y se estira desplegando toda su belleza.
A menudo me quedo observando las flores en parques y bosques cuando paso cerca, me gusta, especialmente, cuando hay viento y las ondea...me hace pensar en lo gráciles que son, y en cómo se adaptan según lo necesitan, delicada pero firmemente ancladas al suelo que las alimenta; eso a su vez me lleva a pensar en coreografías, en cómo el cuerpo ha de contorsionarse en pro del movimiento pero parecer grácil y extremadamente suave a la vez, tan sencillo desde fuera pero complicado por dentro.
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Detrás de las cosas mas bellas existe siempre cierta magia.

La magia de esa belleza, del movimiento, de los colores, aromas, texturas y grosores, capas y capas de evolución con un mismo fin, que se repite y regenera dentro de un ciclo interminable, diríase casi que infinito, como una pirueta eterna destinada a ser admirada en todo su esplendor, hasta que el sol, o las luces en escena, por fin se apaguen.


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Soy Lioba Diez Altuzarra, bailarina profesional y actualmente ejerciendo como diseñadora.