La contemplación por Nara Camps
La palabra contemplación tiene un significado diferente aquí, en nuestra tierra, que en Japón. El concepto que se describe allí, aquí no existe. No hay necesidad de adjudicarle una palabra porque casi nadie lo practica. Así que de manera muy simplista, nos quedamos con nuestra propia definición de contemplar:
contemplar
1. tr. Mirar con atención e interés: contemplar una escultura.
2. Considerar o tener en cuenta: la dirección no contempla la posibilidad de una subida salarial.
3. Complacer a alguien: no puedes pasarte todo el día contemplando al niño.
El acto de la contemplación en Japón va más allá de mirar. Es ver y entender, es observar y sentir. Es dedicar tiempo a recibir el mundo entero en tus ojos, dándole valor y no rápidamente un juicio. No es un trámite, es un acto largo, para el que necesitas armonía y paz, en el que pones en contacto el afuera con el adentro. De hecho ellos tienen palabras específicas para la contemplación de distintas cosas; cada una merece su palabra, y esto es maravilloso. (Hanami: contemplación de los cerezos en flor, Tsukimi: contemplación de la luna...)
Yo lo entendí con el Ikebana (arte floral japonés) y los altares para las composiciones florales que ellos tienen en sus casas. Los ponen ahí, no solo para embellecer como nosotros, sino para entender y reflexionar. Para crear puentes. Para responder preguntas. Para establecer vínculos. Se sientan delante, dándose tiempo y espacio, para únicamente contemplarlos.
Deberíamos aprender a “contemplar” las flores, las plantas, la naturaleza en general; aprender a mirarlas con esos ojos, como iguales. Estos tulipanes por ejemplo: puedes ver el sol, el agua. Ves su personalidad, la timidez de algunos, las ganas de abrirse de otros, el esfuerzo, los obstáculos, su valentía. Lo ves todo, si sabes contemplarlos. Y entiendes. Entiendes que para ser así de radiantes han necesitado tiempo, han recorrido su camino. Como tú, como yo. Y ahí está el vínculo. Ahí está la enseñanza, la metáfora.
Mis flores favoritas son las que te muestran sus “imperfecciones”. Las contemplo. Aprendo de ellas. Me explican una historia y, en el fondo, me recuerda a la mía propia.
@naracamps